Tenía el pelo espeso, largo, muy largo, y negro como el ala de un cuervo.
Sus manos mecen, blancas, jirones de sus mechones, contraste brutal, delicadas y pequeñas.
Movimientos gráciles, firmes y directos, Nada de adornos, nada de ensayos...
La claridad de su piel contrasta con el ébano de su cabello, la cascada de oscura agua que parece envenenada, como si un trago pudiera matar... Sólo un necio o un valiente se adentraría en esas aguas... Siendo necio igualmente.
Impertérrita, observa a su alrededor, silenciosa. Aprende de los demás, con sus oscuros ojos tranquilos.
Come sola, habla sola, su soledad entre el jolgorio del resto. Sus hebras negras bailan entre sus dedos mientras observa.
Brillantes, atentos, delatan entre su actitud aburrida, interés. La luz arranca destellos a sus cabellos, negros, rojizos, castaños...
De risa directa, fácil, introvertida, cada regalo sale de sus labios mientras tímida, baja la vista y muere en sus comisuras...
Aunque quizá lo invente, o quizá lo sueñe.
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