jueves, 4 de abril de 2013

Entonces, ¿qué?

Sacrificamos nuestra integridad por nosotros mismos. O por los demás. Digamos que por nosotros mismos. Y supongamos que por los demás es la excusa. 

El comportamiento racional que basa el ser humano medio hoy en día deja que desear respecto a la opinión externa. Dicen que da igual lo que piensen los demás, pero bien cuidados que tienen sus actos para no despertar la opinión pública. 
Hoy es falsamente aclamado el comportarse de forma políticamente incorrecta y despreciado el hecho de ser consecuente con tus actos.

¡Que gran diferencia y que grandes mentiras se crean nuestras palabras simplemente para justificar nuestros actos!

Aquel que no es capaz de soportar su inutilidad pronto cae en la quimera de despreciar el conocimiento de los demás sobre su persona y su excusa se vuelve pronta e infantil, dada la genealogía de su pensamiento, copiado de una copia y evolucionado de una mentira por años y años.

La evolución supongo que es deber y derecho de cada ser humano reflexionar sobre sí mismo y recapacitar sobre sus actos. Asumir sus consecuencias y pretender que no sean dañinas para los demás.  Otorgar ayuda y modelo de conducta, convertirse en un ejemplo digno de ser observado.

Por supuesto está condicionado por un factor externo, la gente, pero esta puede ser público decente e indecente, claudicando una vez más en el comportamiento humano racional, por principio y de forma cíclica, una y otra vez.

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