domingo, 30 de diciembre de 2012

Mitos

Siempre deseamos que nos aconsejen sobre todas las malas decisiones que tomamos en nuestras vidas. O sobre las buenas decisiones.
El caso es que siempre buscamos la aprobación de terceras personas para sentirnos menos culpables o más vicoriosos después de hacer lo que sea que hayamos hecho.

Da igual que hayas metido la pata hasta el fondo con alguien a quien quieres.
O que hayas conseguido un logro personal que desearías que se repitiera.
Da igual cuanto tiempo llevaras persiguiendo cualquier objetivo, porque siempre, y cuando digo siempre, quiero decir siempre, van a echarse a perder.

No puedes juzgarte eternamente por las decisiones que has tomado, y debes convivir con ellas, quieras o no. Pero por desgracia, no ocurre así.

Quien estaba en lo más alto para ti, cae a plomo contra el suelo. Lo dota de una cierta humanidad, lo llena de defectos a los que la considerabas ajena. Y entonces es cuando se te rompe toda la magia. Se desmorona y te das cuenta de que es lo que hay debajo.
Y sabes que es lo que tienes que hacer... pero no quieres seguir comportándote de la misma manera, porque... aunque sigas sintiendo lo mismo... no vas a poder tratarla de la misma manera. Porque ha caído a un abismo que creías que la gente inteligente evitaba si tenía dos dedos de frente.

Es curioso cuando se te cae un mito. Aunque no puedas dejar de adorarlo, ya no le ves con los mismos ojos. Lo ves como al resto, impregnado de los sucios defectos más rastreros que hoy en día están tan de moda. Es triste para ti, pero lo peor de todo, es ver como esa persona se empapa de conformidad con ello y pretende disfrutar. Te sientes incapaz de defenderla en tu cabeza. Cuando tu mente la acusa por un lado de algo, no puedes hacer menos que quedarte en blanco, corroborando silenciosamente lo que la acusación ha dicho.


7 comentarios:

  1. Depende de como se mire.

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    1. Depende de como se mire... el que, concretamente?

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    2. La mayoría de las afirmaciones.

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    3. Bueno, cada uno saldrá de su burbuja cuando su ego se lo permita. No soy quien para decidirlo por nadie. Pero buena suerte.

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    4. Hay trolles hasta en su blog, señor Adrián, que conste que ese "Anónimo" no es el otro "Anónimo".

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