domingo, 30 de diciembre de 2012

Mitos

Siempre deseamos que nos aconsejen sobre todas las malas decisiones que tomamos en nuestras vidas. O sobre las buenas decisiones.
El caso es que siempre buscamos la aprobación de terceras personas para sentirnos menos culpables o más vicoriosos después de hacer lo que sea que hayamos hecho.

Da igual que hayas metido la pata hasta el fondo con alguien a quien quieres.
O que hayas conseguido un logro personal que desearías que se repitiera.
Da igual cuanto tiempo llevaras persiguiendo cualquier objetivo, porque siempre, y cuando digo siempre, quiero decir siempre, van a echarse a perder.

No puedes juzgarte eternamente por las decisiones que has tomado, y debes convivir con ellas, quieras o no. Pero por desgracia, no ocurre así.

Quien estaba en lo más alto para ti, cae a plomo contra el suelo. Lo dota de una cierta humanidad, lo llena de defectos a los que la considerabas ajena. Y entonces es cuando se te rompe toda la magia. Se desmorona y te das cuenta de que es lo que hay debajo.
Y sabes que es lo que tienes que hacer... pero no quieres seguir comportándote de la misma manera, porque... aunque sigas sintiendo lo mismo... no vas a poder tratarla de la misma manera. Porque ha caído a un abismo que creías que la gente inteligente evitaba si tenía dos dedos de frente.

Es curioso cuando se te cae un mito. Aunque no puedas dejar de adorarlo, ya no le ves con los mismos ojos. Lo ves como al resto, impregnado de los sucios defectos más rastreros que hoy en día están tan de moda. Es triste para ti, pero lo peor de todo, es ver como esa persona se empapa de conformidad con ello y pretende disfrutar. Te sientes incapaz de defenderla en tu cabeza. Cuando tu mente la acusa por un lado de algo, no puedes hacer menos que quedarte en blanco, corroborando silenciosamente lo que la acusación ha dicho.


jueves, 27 de diciembre de 2012

diaries...

Las gotas resbalaban poco a poco, dejando pequeñas perlas plateadas, limpiando su piel, rasgando la capa de mentira y autocompasión que mantenía alzada las 24 horas. Acurrucado bajo la lluvia incesante, violenta e imparable de la alcachofa de ducha, sentado y agarrado a sus rodillas, parecía más cansado que nunca. Ciertamente, lo estaba. Sentía todos y cada uno de los años de vida que habían pasado sobre el como si la constante presión del agua le hundiera los hombros cada vez más, envejeciera su rostro, apagara sus ojos y agarrotara sus músculos... Como si le quisiera hacer comprender que su máximo rendimiento había sido otorgado y era la hora de rendirse para siempre.

Los arañazos de las gotas al impactar contra su espalda le comenzaba a causar un picor incómodo, pero no lo sentía. Se concentraba y trataba por todos los medios que sus manos dejaran de temblar, aún cuando la temperatura formaba nubes de vapor a su alrededor, que se adherían a los cristales y a las paredes, dejando una fina capa opaca y blanquecina sobre ellas. No controlaba el temblor de sus muñecas, temblaba como un niño, sin sollozar, sin llorar, sin gritar. Sólo una máscara de impasibilidad, inexpresiva y agotada reinaba en su rostro, mientras empapado observaba como de sus dedos se desprendían las tímidas gotas lentamente y caían, se unían a un torrente mayor y se las llevaba el desagüe y no volvían a aparecer... 
Hubiera dado todo lo que tenía en aquel momento por poder llorar de la misma manera... Que el agua se fundiera con sus amargas y saladas lágrimas, y con su vergüenza fueran arrastradas para no volver a verlos nunca más.
Para no volver a despertarse cada mañana con la certeza de que tendría que acostarse... Y tendría que convencerse para hacerlo sintiéndose menos culpable consigo mismo. Levantarse de nuevo y odiarse cada día.

Deseaba quedarse allí dentro, acunado por el retumbar del agua en su cabeza, olvidarse de todo. Allí no había problemas, los estaba expiando. No había tiempo, no había horas... Había soledad. Siempre la había habido. Frotar cada centímetro de su piel para limpiar su alma, su corazón, su cerebro, raspar con el estropajo de cerdas hasta hacerse daño, la piel rosada por la presión y no conseguir limpiar su vergüenza. Su desprecio hacia sí mismo sólo es comparable con el desprecio que siente hacia su vida y hacia la mayoría de seres humanos.
Siente frío, tiene los huesos helados, los músculos agarrotados, el cerebro embotado, pero nunca pensó más claramente. No quería más de eso.

No quería seguir viviendo envuelto en el desprecio. Envuelto en las múltiples máscaras de deseos sobre su vida, en una persona diferente cada vez, sin poder ni fuerza para levantarse y gritar basta. En caer derrotado cada día sobre la cama y tratar de contener las lágrimas. En fingir que todo va bien. Que es su decisión. En tratar por todos los medios no volverse loco.

Deseaba, por una vez, ser feliz. Volar lejos. Olvidarse de sí mismo. Deseaba abandonar su cuerpo, su vida miserable y su propia vergüenza. Deseaba perderse entre la nada y esperar que nunca volvieran las horas atrás... Que no recordara nunca más el pasado, para no llorar nunca más por el. 
Deseaba la muerte.

¿No es por necesidad?

Es sencillo creer que estás haciendo algo mal mientras piensas que tiene una razón lógica y razonada. Que lo haces de manera inconsciente, que necesitas intentar que de alguna manera funcione, que lo necesitas, aunque para ello tengas que arrastrar tu benevolencia y tu integridad contigo.


De hecho, es imperativo.



miércoles, 26 de diciembre de 2012

Ascension to the Abyss

Nunca se marchará del todo. No desaparecerá.
No acabará en un arcón, bajo finas mantas y sedas, montones de deshechos de otras eras. De reliquias viejas que nunca te pertenecieron, que no recuerdas. Legados de otra generación... Más antigua, más propensa a la ingenuidad...
Es una joya preciosa que quiere ser guardada en un lugar privilegiado. Donde puedas admirarla. Donde puedas observarla y recordar cuanto pasó desde aquellos tiempos. Cómo ocurrió.
Donde puedas sacar brillo con la mirada su perfil, su pulcra superficie, deseando que nunca pierda el lustro, donde permanecerá siempre reluciente en tu memoria... mientras se cubre de capas y capas de polvo, de herrumbe y comienza a desmoronarse con el paso del tiempo.
Aquella joya que otrora relucía como el sol ahora es sólo un cascarón destruido que deja su interior vacuo, lleno de soledad, al descubierto. Aquello que parecía pesar como el plomo está hueco.
      No será ningún legado para nadie más que para aquel que conozca su historia.
Será tu orgullo y tu prisión. Tu defecto y tu mayor perfección. Tu cima y tu pozo.

Alzarás el estandarte de tu derrota mientras lloras amargamente por ella. No podrás sustituirla, pero podrás luchar por ella. Por su integridad. Por su bienestar, por su conservación, no sólo en tu alma y en tu corazón, sino en el de todos aquellos que son dignos de contemplarla.
Así nace un guerrero. Alguien dispuesto a sacrificar todo por algo que ya no es más que una idea. Por una fe inquebrantable en que algún día se restituirá aquello que fuera íntegro... Por defenderlo con su vida. Inflexible y correcto, estricto, altivo, justo y poderoso.
Su fuerza marcada por su fe.
Su debilidad señalada por su misma fe.

Vistes la seña de derrota que con tanto pesar levantabas en tu nombre como señal de redención. Sustituyes tus tesoros por la afilada y fría hoja de una espada, bendecida por el mismo poder que te hizo caer en desgracia, aquel que te da fuerzas para seguir luchando, para vivir un día más.

La causa que puede alzar a un hombre más alto de lo que nunca llegó ningún otro es normalmente la misma que lo precipita al oscuro vacío del olvido...
No todo el mundo puede soportar la carga de llevar sobre tus hombros semejante precio.

Caerás en una espiral de dolor, de soledad, despreciando todo aquello que antes respetabas. Preguntándote una y otra vez el por que de tu decisión. Roto de dolor y lleno de frustración desapareces entre la niebla mientras los jirones densos y oscuros te abrazan y te engullen poco a poco, llamándote... La oscuridad abre las puertas de tu mente... y en la oscuridad te muestran el significado de tu decisión, te muestran la luz carmesí... Te empujan hacia ella y caes...
Caes entre nubes como finas tiras de pergamino, el viento golpeándote la cara, en un cielo oscuro...
Empuñando una nueva arma, surcando los cielos, mientras ruges de rabia e impotencia cada vez más violentamente.
Te precipitas sobre un mar de arena que te engulle con la mirada mientras se hace más y más amplio, te da la bienvenida con su rojizo color y te introduce en su interior frío y sangrante.

Mientras te quemas, entre la asfixiante y fría arena, encharcas tus pulmones, tu corazón henchido de sangre bombea dolor y los ojos arden a la fría luz de un amanecer teñido de rojo, bautizando a un nuevo guerrero. 
Libre de creencias. Libre de obligaciones.
Libre del hombre. Dispuesto a disfrutar con la batalla, a tornar la arena que lo vio nacer espesa con la sangre de los hombres. A empuñar el martillo de su justicia y enmendar su propio error.


viernes, 21 de diciembre de 2012

Arena

Silencioso, suave, meloso, cauto, tranquilo, disperso, resuelto, sencillo, devoto, astuto, callado, alegre, depresivo, sincero, jovial, responsable, despierto, eficaz, directo, ligero, amante, pasional, romántico, infantil...



No existen apelativos suficientes para conseguir al hombre perfecto... 
Afectuoso, respetuoso... son sólo algunas de las cualidades por las que son elegidos, según ellas, los jugadores para compartir un camino de risas y lágrimas con cada una.

Quizá parezca demencial la forma en la que el ser humano necesita catalogar a todos y cada uno de ellos para intentar entender de que forma y en que medida serían capaces de encajar ambas piezas y elegir, curiosamente... Las que no encajan nunca.

Sinceramente, comprendo y entiendo, que tipos de patrones queréis encontrar en aquel mal llamado "hombre de vuestros sueños", pero creo que para hacer un patrón, la lógica induce a pensar que quizá, y sólo quizá, deberían de intentar encontrarlo, y no, en lugares y momentos, hacerse las desvalidas y fingir sorpresa de algun tipo, al llegar y llorar por una ganancia a largo plazo.

Esto es, simplemente, que las mujeres sois idiotas.

No queréis un hombre que os cuide, que os tenga en cuenta, que os libere, que os pregunte... Tan sólo buscáis alguien a quien agarraros a la deriva, hasta que os lleve a hundiros y acabéis chapoteando en la superficie. No aprendéis a nadar. No os interesa buscar una orilla, un madero más grande. Queréis algo que no tiene futuro, algo que no dura, algo que no os sirve. Tenéis algo que no tiene futuro, que no dura, que no os sirve.
Pensáis que es definitivo, mientras el agua entra por vuestros oídos, y os encharca los pulmones poco a poco.
Es tan detestable que se define con una sola palabra: Idiotas.



Buscáis algo totalmente opuesto. Queréis sentiros únicas, porque de ninguna otra manera podríais sentiros plenamente libres e independientes, y fingís que la cosas va bien mientras la madera llena de gusanos y termitas roen y pudren.
Queréis pensar que si lográis algún tipo de cambio en ese espécimen, estaréis completas, así entendéis que el lo ha hecho por vosotras y vuestro afecto está justificado.

Una mentira, una falsa imagen, una ilusión de perfección imperfecta porque os han enseñado que no existe, que hay que modelar un bloque de piedra para que parezca cristal. Que el trabajo duro trae premios. Que no se puede hacer más que con otro material. Que no podéis soplar vidrio, que tenéis que sobrecargar una piedra eléctricamente hasta hacerla brillar.


No comprendéis que la similitud es perfecta, y que no se debe tocar. Que una piedra nunca se convertirá en cristal. Que si lo consigues no es un logro, es una mentira, es un tiempo desperdiciado.

No comprendéis que no sentís afecto de no ser lo que son.

Preguntaos; "¿que sería vuestro si no fuera vuestra pareja?"
"¿Os conoceríais de algo? ¿Os habría llamado la atención en algo?"
La respuesta suele ser "NO", o "NADA".


Dejad de hacer cábalas con clavos y haced honor a lo que realmente buscáis. Y si no es así, tened el valor de no reclamar algo que no os esforzáis en querer siquiera.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Y tú que miras?

Sueños lujuriosos invaden la mente en los momentos menos apropiados. Escenas tras escenas de coraje e impotencia, con los ojos vendados, mientras no observas nada. Suspiros ahogados. Respiraciones jadeantes. El frío contacto del hielo sobre la tersa y tensa piel turgente desnuda... Un camino acuoso, abriéndose paso en el seno de dos colinas, como una carretera sinuosa, rápida, estremecedora...
Ahora el calor del colchón recoge los sueños y desaires de un hermano loco, y lejos a través de él, sin retorno, se los llevará.


Soy la fe en tus sueños hecho realidad, un perro que te sigue sin cesar.
La confianza en perseguir que valga la pena vivir.
Vengo a guiarte a tu soledad.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Hablando de barcos...

La sociedad nos ignora. 
La sociedad nos repudia. 
La sociedad nos desplaza. 


En el mundo en el que vivimos, más vale ser triunfador. El entorno nos ha hecho orgullosos, temerosos de nosotros mismos, de la misma gente que nos acompaña en el metro día a día. Temerosos de su éxito. Temerosos de su fracaso. Nos hace ignorarles, nos hace desplazarles, nos hace incluso odiarles. Hace que el ser humano se comporte en compañía como el perfecto animal que es; colectivamente anónimo. 

Nos ponemos una máscara y fingimos: pensamos y deseamos que los problemas de los demás, la situación de los demás... su destino, no nos importe. 
Que el ritmo de sus vidas y el nuestro no se toquen nunca. Que nos dejen disfrutar del silencio, del traqueteo, de la ignominia de nuestras diminutas vidas. Pasar desapercibido para todos. Que no te molesten.

Por eso cuando no habla nadie en el metro... Es tan normal. Es silenciosamente perfecto. Como debe ser. Y por eso, cuando aparece alguien pidiendo dinero, vendiendo algo... Se hace ese silencio tan incómodo...
Como pretendiendo sentirnos culpables por la situación de esa persona. Pasando una vergüenza ajena frente al resto de la sociedad que sisea entre el mismo sentimiento. Que un desconocido te hable no es tan desagradable como cuando otras personas observan cuales son las reacciones de los demás.

No solo ocurre con la palabra, también con la música ocurre. Un arte, que ha sido hecho para disfrutar, para regalar, para divertir... Se convierte fácilmente en una sorpresa desagradable para muchos de los ocupantes: Se cambian de vagón, se mueven de sitio, tuercen la boca... 
Es tan socialmente extraño que alguien comparta algo de arte, de forma real, y que pida algo de calderilla... Que nos molesta.


Nos molesta que nos pidan nada.
Nos molesta que nos ofrezcan.
Nos molesta que nos hablen.


Esto es lo que ha hecho la sociedad de nosotros: animales con instinto de autoconservación. Un animal temeroso, cobarde, que no presta ayuda, que muerde a quien esté por debajo, que repudia y odia todo lo que le hace recordar que es lo que desea. Que no dice, pero piensa. 

Pero ¿qué os voy a contar? Todo esto ya lo conocéis...

Cada individuo anda perdido en su propia estación.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Los Hombres Quebrados

Hay muchos tipos de bandidos, igual que hay muchos tipos de pájaros. Tanto el andarríos como el pigargo tienen alas, pero no son lo mismo. A los bardos les gustan las canciones de hombres buenos que se ven forzados a saltarse la ley para combatir a un señor malvado, pero la mayoría de los bandidos se parecen más a ese Perro que al señor del relámpago. Son hombres malvados, instigados por la codicia, amargados por la vida taimada; desprecian a los dioses y solo se preocupan por sí mismos. Los hombres quebrados pueden ser igual de peligrosos, pero también son dignos de compasión. Casi todos son gente sencilla, hombres del pueblo que nunca habían estado a más de media legua de la casa en la que nacieron hasta que un día, un señor cualquiera se los llevó a la guerra. Mal vestidos y mal calzados, marchan tras sus estandartes, a veces sin más armas que una guadaña o una hoz, o una maza que se han hecho ellos mismos atando una piedra a un palo con tiras de cuero. Los hermanos marchan con los hermanos; los hijos, con los padres; los amigos, con los amigos. Han oído las canciones y las anécdotas, así que caminan con el corazón anhelante, soñando con las maravillas que verán, con las riquezas y la gloria que conseguirán. La guerra les parece una gran aventura, la mayor que vivirá la mayoría de ellos.

 Luego prueban el combate.

Algunos se quiebran nada más probarlo. Otros aguantan años, hasta que pierden la cuenta de las batallas en que han intervenido, pero alguien que sobrevive a cien combates puede quebrarse en el ciento uno. Los hermanos ven morir a sus hermanos, los padres pierden a sus hijos, los amigos ven a sus amigos tratar de volver a meterse las tripas después de que los haya rajado un hacha.

Ven caer al señor que los llevó allí y, de repente, otro señor les grita que ahora lo sirven a él. Reciben una herida y, cuando todavía la tienen a medio curar, reciben otra. Nunca tienen comida suficiente; el calzado se les cae a pedazos de tanto caminar; la ropa se les desgarra y se les pudre, y la mitad se caga en los calzones porque ha bebido agua que no era potable.

Si quieren unas botas nuevas, una capa más caliente o, tal vez, un yelmo de hiero oxidado, tienen que quitárselo a un cadáver; no tardan en robar también a los vivos, a los aldeanos en cuyas tierras luchan, a hombres como los que eran antes ellos mismos. Les matan las ovejas y les roban las gallinas, y de ahí a llevarse también a sus hijas solo hay un paso. Y un día miran a su alrededor y se dan cuenta de que todos sus parientes y amigos han desaparecido, de que luchan al lado de desconocidos y bajo un estandarte que ni siquiera identifican. No saben dónde están ni cómo volver a su hogar; el señor por el que luchan no sabe como se llaman, pero ahí está siempre, gritándoles que formen una línea con sus lanzas, sus hoces, sus guadañas, para defender la posición. Y los caballeros caen sobre ellos, hombres sin rostro envueltos en acero, y el retumbar de su ataque parece llenar el mundo...

Y el hombre se quiebra.

Da media vuelta y huye, o se arrastra entre los cadáveres de los caídos, o se escabulle en plena noche y busca un lugar donde esconderse. A esas alturas, los hombres quebrados ya ni piensan en volver a casa. Los reyes, los señores y los dioses les importan menos que un trozo de carne medio podrida que les permita vivir un día más, o un pellejo de vino agrio con el que ahogar sus miedos unas horas. Viven de día en día, de comida en comida; son más animales que humanos. 
En estos tiempos que corren, los viajeros deben cuidarse de los hombres quebrados, y temerlos... Pero también deberían compadecerlos.



Fuente:CDHYF

domingo, 9 de diciembre de 2012

Buonanotte

Son estas las noches que añoran los recuerdos que no fueron concebidos para ser disfrutados.



jueves, 6 de diciembre de 2012

Justice

Quémalo vivo, abrásalo mientras tus palabras lo amordazan, le vetan de verdad y razón, lo encogen como un gusano frente a una llama y cuando lo tengas... 
Aplástalo como el insecto que es.


Devóralo, mastica sus esperanzas, sus sueños, sus aspiraciones, clava los colmillos en su ego, sujétalo, retuércelo y desgarra de sus huesos puros y llenos de barro las tiras de carne entumecida, de una carne roja, dura e inflamada de arrogancia. Haz que salpique su determinación, esparce su valentía por las paredes, escribe con un cincel en su frente que es lo que es, obsérvalo mientras se le escapan litros y litros de culpabilidad, inundando el suelo, mojando tus pies, rebasándolos... 


Clávale en sus ojos la aguja de al acusación, sujétale la lengua con pinzas llenas de resignación y fustígalo con odio caliente, supurante y explosivo. Haz que hierva cada milímetro de su carne mientras siente tu desprecio, que intente gritar tras el puño de verdad que lleva en la boca, que pida auxilio cuando ya no quede defensa, que intente escapar, cuando no posea las piernas de la mentira...

Haz que sangre por 
todos aquellos momentos 
que hizo sangrar...


Haz vergüenza de su orgullo 
y mentiras sus conquistas...

Haz lo imposible por 
vengar cada gota de sudor 
que te hizo derramar.


Haz vibrar el 

reloj de su vida...

Haz que lamente cada segundo 
que pasó a su lado...




Que tiemble tanto que 
no sea capaz de hablar.
Que no queden 
lágrimas que derramar.
Que no haya 
opciones que redimir.



Que su verdugo seas tu... 
Y en la oscura capa de la muerte te envuelvas, para traer paz, desolación, justicia y voluntad con tu presencia.


jueves, 29 de noviembre de 2012

Remedy

Mientras piensas que tienes razón, hay mil personas a tu alrededor que piensan que no la tienes. 

Es tan vana la idea de ser único, irremplazable e importante, que recurrimos al agasajo personal con vacías palabras e ideas, conceptos y convicciones que nos convierten en simples parodias. El compendio personal acuerda que para alcanzar algo debemos pedir ayuda. Yo digo que debemos ser más altos.

La única lección que aprenderéis es que la gente no quiere escuchar la verdad. Nunca querrá. Y si eres lo suficientemente ignorante o realista como para hacerla patente, la escoria te tratará como a ellos. No te esfuerces en buscar la diferencia. No te esfuerces en buscar esa similitud. Esfuérzate en buscar la realización y haz que se crean lo que consideras, idiotas. Imagina ser lo que eres, no lo que piensas que quieren que seas.

Los caminos son inescrutables, el resultado, piadoso. Siente pena por el prójimo, se consecuente, pero si no lo crees... No lo lleves a cabo.
Estamos marcados por el falso interés, la avaricia y la mentira, pero no significa que tengamos que ocultarlos. Quien se miente a si mismo nunca sabrá mentir a los demás.

martes, 20 de noviembre de 2012

La gente miente

Eso es, y será, una máxima invariable de la condición humana, se mire por donde se mire, no hay motivos para pensar que hay que ser realmente condescendiente con otra por decir lo que piensa y no viceversa...

La sociedad ha hecho que la mentira sea el primer refugio seguro al que acudir cuando no tienen; ni coherencia, ni razón, ni habilidad para tenerla. Hoy es de dominio público el ser gélida e irrealmente cortés, respetuoso, responsable... demás facetas humanas que se consideran éticamente correctas, con una distorsión simplemente absurda de los términos que te llevan a ellos.

La mentira ha sido el sustento de mucha gente a lo largo de la historia, pero más aún que por un bien mayor, siempre por el bienestar personal, la sutil y anadeante idea de que, al estar en paz con nosotros mismos, mientras que pensamos que porque se nos ha presentado así como lo "bueno", lo aceptable... realmente lo estemos haciendo.

     Hoy en día es más fácil decir lo mejor, que decirlo mejor. 

Aunque bueno, la sutileza deriva de la mentira, una herramienta más, al fin y al cabo. Pero una herramienta hermosa, que hace pensar a la gente llana. Me complace, y podría decir que se reparte sabiduría en forma de ácidos y punzantes comentarios (LOLWHAT?)
No voy a hacer tampoco apología de la mentira, aunque yo soy el primero que sabe mentir y que no duda en hacerlo si eso me reporta un beneficio que mi ética considere correcto. Y si me saltáis al cuello, no tengo ningún problema con tratar con perros.

A la gente le gusta que le digan lo que tienen que hacer, lo que deben y no deben hacer, lo que el resto aceptará, lo que no... Prefiero creer en lo que yo considero que realmente debo o no debo hacer, prefiero ser yo el que dicte mis propias normas, el que respete de manera adecuada mis propios votos, en respetar y judgar los de los demás de la forma que crea... Y, si mis convicciones me conducen por derroteros alejados del camino y juicio de la mayoría... que así sea.



miércoles, 14 de noviembre de 2012

martes, 23 de octubre de 2012

Usually...

DIRTY SOCIETY, DIRTY SOCIETY EVERYWHERE


Hagamos un minuto de silencio 
por esos momentos en los que tienes 
ganas de descuartizar a alguien por ser 
simplemente un/a gilipollas declarado.


Un brindis por todas aquellas 
"tribus" sociales
 que guardan en su seno un burdo 
y tupido retraso desde su creación, 
hasta su futura extinción.

Una aplauso por todos aquellos 
que son capaces de demostrar varias 
veces al día, de forma 
constante y sin cambios, que su voto 
vale igual que el tuyo, siendo 
unos gilipollas.


Una ovación para aquellos 
a los que, sin necesitar 
más que la palabra, 
se ganan un asesinato doloroso, 
lento y tortura adicional 
de regalo.


Para los que ríen, para los que lloran, para los que viven, para los que sienten, para los que están lejos, para los que están cerca, para los que se quedan en casa, para los que salen fuera, para los que juegan, para los que fuman, para los que beben, para los que amenazan, para los que pasan de largo, para los que ignoran, para los que aman, para las "florero", para los "mascota", para los listos, para los tontos, para los mayores, para los chicos, para ellos, para ellas, para los que se sienten solos, para los que tienen facebook, para los que viven en pareja, para los que viven en su seat...
Para ellos
Para todos...

Una buena patada en los cojones.

martes, 16 de octubre de 2012

Anxioma

"Pienso más en ti de lo que debería" 

No de lo que desearía, porque al fin y al cabo, desearlo lo deseo, pero  creo que hay algo de lo que no estamos nunca del todo seguros... Y ese condicionante siempre es la otra persona.
Cuando las cosas dependen de nosotros, las controlamos nosotros. No hay medias tintas ni errores plausibles que no sean achacados a nosotros mismos. Nuestros errores y nuestra responsabilidad. Fácil de asumir.
Es cuando un error daña a una tercera persona cuando nos sentimos desconcertados, desorientados y culpables. La sensación de culpabilidad deriva en que una persona puede sentir que ha hecho algo mal... o que por hacer algo bien, ha hecho algo mal para con una tercera persona.
La individualidad corrige los fallos externos, y nos hace simplemente vulnerables a nosotros mismos, mientras que de otra forma, no sólo somos vulnerables por nuestra propia cuenta, sino también cuando esa persona está siendo vulnerada, de la forma que sea. Nos sentimos incluso culpables por ello.




"Los humanos somos idiotas, 
nos gusta el dolor, nos gusta la inseguridad.
Y a veces, por buscarla, conseguimos ser aún más 
inseguros."

lunes, 15 de octubre de 2012

DELUSION

Tenía el pelo espeso, largo, muy largo, y negro como el ala de un cuervo. 
Sus manos mecen, blancas, jirones de sus mechones, contraste brutal, delicadas y pequeñas.
Movimientos gráciles, firmes y directos, Nada de adornos, nada de ensayos...
La claridad de su piel contrasta con el ébano de su cabello, la cascada de oscura agua que parece envenenada, como si un trago pudiera matar... Sólo un necio o un valiente se adentraría en esas aguas... Siendo necio igualmente.
Impertérrita, observa a su alrededor, silenciosa. Aprende de los demás, con sus oscuros ojos tranquilos.
Come sola, habla sola, su soledad entre el jolgorio del resto. Sus hebras negras bailan entre sus dedos mientras observa. 
Brillantes, atentos, delatan entre su actitud aburrida, interés. La luz arranca destellos a sus cabellos, negros, rojizos, castaños...
De risa directa, fácil, introvertida, cada regalo sale de sus labios mientras tímida, baja la vista y muere en sus comisuras...





Aunque quizá lo invente, o quizá lo sueñe.

martes, 25 de septiembre de 2012

Careless

Si, soy un mito. Un mito muy especial que se crea a sí mismo. Las mejores mentiras sobre mí, son las que yo mismo he contado.

No me importa que me llamen mentiroso. Lo soy. Soy un mentiroso extraordinario. Pero no soporto que me llamen mentiroso cuando estoy diciendo la verdad.

Los ojos emocionados de una joven tienen algo poderosamente cautivador. Pueden arrancarle todo tipo de tonterías a un joven estúpido, y yo no he sido la excepción de esta regla.
Es lo que tiene el amor, hace listos a los tontos, y tontos a los listos.
Amamos lo que amamos. La razón no entra en juego. En muchos aspectos, el amor más insensato es el más verdadero. Cualquiera puede amar algo por algún motivo. Eso es tan fácil como meterse un penique en el bolsillo. Pero amar algo a pesar de algo es otra cosa. Conocer los defectos y amarlos también. Eso es inusual, puro y perfecto.

No me arrastro ante nadie como un perro por el mero hecho de que tenga un título, un nombre, una fama. Eso lo interpretan como orgullo quienes se han pasado la vida lamiéndole el culo a los demás.
La experiencia me ha enseñado que la mejor forma de protegerte es hacer creer a tus enemigos que no pueden dañarte.

Fuente: [ETDUHS & ENDV]


lunes, 24 de septiembre de 2012

Creo que de bueno soy tonto...

¿Sabes lo que es... despertarse cada mañana desesperado? ¿Sabiendo que tu gran amor se despierta junto al hombre inadecuado?... 
¿Aunque al mismo tiempo esperas que encuentre la felicidad aunque no pueda ser contigo?


jueves, 20 de septiembre de 2012

Reglas

Tiempo... Que es el tiempo? Dicen que el tiempo todo lo cura, y eso es mentira.
El tiempo lo único que hace es intentar sustituirlo por recuerdos diferentes. Pero... qué pasa cuando tu cerebro o tu corazón no quieren sustituir esos recuerdos, olvidar que ocurrieron y quizás la vana idea de encontrar una manera de subsanarlos?

Evidentemente, nada.

Creo firmemente que el sufrimiento es lo que nos hace ser quien somos, por unas razones u otras, en el camino que vamos escogiendo en nuestra vida... Algunos deciden echarlo a perder y no aprender nada, mientras que otros quizás aprendemos demasiado para lo poco que deberíamos saber.

No me considero una persona experimentada, ni un erudito, ni nada que fuerce mi papel en mi entorno para convertirlo en pupilo de mis enseñanzas. Ni lo considero, ni lo quiero. Lo único que quiero es dejar de temblar de impotencia. Lo único que quiero del camino que decido recorrer es que no me asalte la incertidumbre y la cruda verdad, cada vez más gruesa, a la cara.
Quiero existir, simplemente, no quiero estar sufriendo por cada paso que doy, por cada elección que hago, por cada elección que no hago... 

Porque decidí que quería ser algo que quizás no estaba hecho para mi. Porque elegí ser feliz. Y porque, esquivo cada atisbo de ella como si una fuerza mayor me borrara el camino. Como si cada palmo que recorro fuera incendiado, obligándome a adelantarme sin un rumbo específico.

Porque me afecta, porque me gusta tener algo a lo que agarrarme cuando todo va mal. Porque a lo que me agarro siempre es a mi mismo. 
Porque soy capaz de confiar ciegamente sin saber si es buena idea... 
Porque no creo en las casualidades...
Porque creo que no necesito tener a alguien que me diga por donde pasar... Aún si eso me lleva por un camino mejor.
Porque no sé encender una vela sin apagar otra. Porque necesito cambiarme a mí mismo para poder entender realmente el porqué de todo lo que hago.

Porque hoy por hoy, lo único que deseo es dejar de temblar, que mi pulso se estabilice y pueda tomar o intuir que tomo, de nuevo, las riendas de mi vida.
Porque mis muñecas parece que se han decidido a expresar lo que no soy capaz de exteriorizar.

lunes, 17 de septiembre de 2012

A reason to star over new...






La razón es por que soy un fracaso... Es así.
La razón por la que no te he hablado de salir juntos es porque no soportaba verte atada a mi, y a mis posibilidades tan limitadas...
Entiendo tu preocupación.
Se que hay gente que piensa que ese rasgo tuyo es algo malo, pero yo se que es porque tienes un gran corazón, te da miedo que lo dañen... y por eso te quiero.
Y entonces yo también me he empezado a preocupar, por lo que te ocurriría a ti... si acabaras con alguien a quien le pareciera que tu preocupación... es algo neurótico. Alguien que no te comprendiera, que quisiera que te sintieras mal, que quisiera convertirte en una persona más normal, que quisiera cambiarte o hacer que te gustaras más a ti misma. Que no te quisiera tal como eres...
Que no supiera que lo fantástico no se debe tocar.
Y he pensado que yo podría hacer eso por ti.
Podría ser un papel... legítimo para mi... en tu vida.
Te propongo que salgamos... Quiero salir contigo.



sábado, 15 de septiembre de 2012

Dreaming #2 / Blood Curse...


...Todo comienza con un recuerdo...
     Me encuentro junto a D., J., una chica que no conozco y un par de personas que no alcanzo a identificar. Sus rostros están emborronados, grisáceos. D. ha sido grosero con la chica y finalmente se decide a decirle que es un desagradable. Dice de repente que conmigo no ha hablado y que con J. tampoco.
     El recuerdo desaparece y se turbia, transformándose en un bloque de pisos... muy familiares. Estoy parado en medio de una sala de estar revuelta, destrozada, llena de escombros, polvo y recuerdos. Armarios empotrados a los que le faltan la mitad, un hueco de una televisión que antaño robarían, no quedan mesas, un sofá rajado y descuartizado, prácticamente. Quedan los reductos de una silla, de las cuales quedan  un par de trozos de madera y media pata, como si alguien se la hubiera comido y hubiera dejado las astillas, como constancia de su merienda.
     Parecía que hubiera pasado un huracán, ni adornos en las paredes, ni muebles pequeños...
     Sólo una sensación de vacío...
     Se va difuminando el recuerdo conforme me adelanto hacia la terraza, con manchas de sangre otrora seca, ahora sólo una sombra en el suelo...

     Me despejo, sudando. Estoy en una construcción de hierro, tumbado en un suelo duro, metálico y sucio. Me incorporo, con un dolor en el hombro derecho, puesto que es el que tenía apoyado en el suelo, y veo una luz de emergencia blanca, justo encima de una puerta de hierro, sólida. Y cerrada.
     Giro la cabeza para visualizar mi alrededor y veo cerca mía, a un joven, delgado, con el uniforme militar aún puesto, con el pelo liso cardado. Me costó unos segundos identificarle, puesto que lo conocía. Era mi compañero. 
     Tras caer en la cuenta, me tantée el cuerpo, y aliviado encontré mi uniforme bajo los dedos, pero evidentemente, sin ninguna arma, sin ninguna munición y sin nada. Mientras miraba, vi a un chavalito de no más de 13 años vestido de gris, que parecía sacado de un campo de concentración, con la cara mustia, delgada y flaca, al lado de mi compañero. Y un hombre grande, sentado en el borde de una cama. Lo miro con suspicacia, mientras el me dirige una mirada triste, lastimera y agotada.Tenía ojeras de varios días, tenía la piel bronceada, los brazos anchos y la cara redonda cubierta de barba de algunos días.

     Después de despertar a los demás, y de calmar al chaval, que no parecía esta r muy cuerdo, decidimos aventurarnos a explorar el lugar en el que, misteriosamente, habíamos aparecido. Ninguno recordaba haber llegado ahí. Ninguno sabía donde estábamos. Ninguno sabía que era esa construcción oscura.

     Decidimos introducirnos por la puerta de hierro, la única salida de aquella habitación. Abrimos la puerta con cuidado, tras un ligero sonido de goznes mal engrasados, sin hacer demasiado ruido. Al menos esa puerta no estaba muy oxidada... La puerta daba a un pasillo que se extendía a ambos lados... infinitos... y oscuros como la noche. Lo único que alcanzaba a iluminar era lo que la luz de emergencia iluminaba fuera de la habitación, unos metros, pero nada que nos sirviera. 
     Puse un pié en el pasillo, mientras oteaba, con los ojos entrecerrados uno de los extremos y de repente escuché un ruidito de patitas que corrían debajo mía. Unas cuantas cucarachas pasaron alrededor de mi pié, y sobre el, corriendo hacia la izquierda, el pasillo que no estaba observando. Levanté la vista y me dirigí poco a poco hacia allí, con el resto de la gente detrás mío, intercambiando susurros de desaprobación, de miedo y de consternación.
     Sigo de frente hasta que me topo con una pared, pegajosa y llena de algo viscoso, que prefiero no saber que está compuesto, y un pasillo que vira hacia la derecha de nuevo. Al final del todo vemos una puerta semicerrada, con una luz blanquecina que se cuela entre las rendijas.

     El joven y el hombre están ansiosos por salir, pero les conmino a ser cautelosos e ir despacio. Nos dirigimos hacia la puerta, pegados a la pared, para mirar en cuanto pudiéramos por la rendija, blanquecina, por la cual, cuanto más nos acercamos no vemos en la lejanía más que blanco opaco. Cuando ya estamos al lado de la puerta, miro hacia el suelo y por la escasa claridad veo una puerta abierta, con un par de televisores distinguibles, todos averiados, por lo visto. 
     Les ordeno que paren y entro a ver que hay, mientras detecto un olor fuerte, y encuentro algo de sangre coagulada, roja y marrón en el suelo. Sigo mirando y tanteando, en busca de cajones, papeleras, armarios... cualquier cosa. Encuentro un revólver vacío y un hacha algo vieja. Me guardo el revolver y se lo paso a mi compañero, saco el hacha en ambas manos y me dirijo hacia la puerta, la que abrimos, no sin esfuerzo, hacia fuera, oxidada y llena de espeso y goteante líquido rojizo.

     Al salir afuera, vemos una barandilla de metal, un suelo metálico también, y una infinidad blanca y opaca que invade hacia el horizonte. Una niebla totalmente blanca, espesa, que no deja ver que hay a 5 pasos  por delante...
A los lados sólo vemos pared de la especie de búnker de metal oxidado que nos guarda y la baranda, y... niebla....

     Se suceden las horas y la shoras caminando por el borde de la extraña construcción, indagando dentro de cada puerta abierta o rota, que si bien pocas, prodigas de objetos útiles podrían estar, asomándose a la barandilla sólo podemos otear más y más niebla. El desolador ambiente hace mella en nuestros nervios, agudizando nuestros sentidos cada vez más allá de escuchar nuestros propios pasos, hasta el punto de escuchar sonidos irreales... Pasos, susurros, goteantes fricciones y viscosos golpes, que, tan alejados parecen ser una ilusión...

     Encontramos munición a no mucho tardar, cerca de una puerta entornada, con las bisagras rotas.
     Las introduzco en el revólver que encontré, y se lo doy a mi compañero, que amartilela el arma y lo coge con ambas manos...
Abro la puerta, que de puro vieja se desploma sobre el suelo, porduciendo un ruido sordo que retumba en todo el pasillo que tenemos delante. Pese a no habernos encontrado a nadie, todos tenemos la sensación de que hay "alguien" o "algo" más, con nosotros ahí. Supongo que adentrarse en la madriguera armados no parece mala idea.

     Entramos en el laberinto de pasillos metaizados, como túneles de una bestia desconocida... Al menos aquí si hay luz, de cuando en cuando luces de emergencia que brillan, halógenos que parpadean lo suficiente para ver, avanzamos por innumerables pasillos, temiendo que a cada esquina nos saliera algo...
     En una de los últimos giros, escuchamos sonidos de pasos, patizambos, lastimeros y costosos... como si se tratara de un niño que no supiera andar y arrastra los pies a la vez que pisa fuerte... Paramos todos y se asoma mi compañero, por el borde, para verlo. Después de unos instantes que parecen una eternidad, se gira, con al frente y la cara perlada por el sudor... y señala ahí, sin gesticular palabra... Me acerco todo lo silencioso que puedo, me asomo y busco entre la penumbra.
     Veo unos pies llenos de sangre seca, o eso parecen, moviendose con torpeza, con lentitud, con pesadez, transportando un cuerpo blanco como la niebla que nos rodeaba fuera, fibroso, castigado con cicatrices, pero sin brazos, sin cabeza.. El cuerpo era un muñón gigante, abultado y pustuloso, por el que se marcan algunas venas, manchado de sangre, que se bambolea, como una culebra, mientras sus pies desnudos le hacen moverse poco a poco, de forma errante por el pasillo...
     Es una bestia nacida del terror de los hombres, de la pesadilla del más perturbado de los psicóticos asesinos que hayan poblado la tierra... Ni en un millar de años encontrarías una bestia así si no es fruto de la enferma mente de algún desdichado..

     Decidimos dar la vuelta, escondernos o esperar a que pase, y encontramos otra puerta al lado, cuyos goznes chirrían al abrirlay mientras pasamos, escucho que lso pasos del "ser" se aceleran, en dirección a donde estamos... Para estar patizambo no veas como avanza.

     Cerramos la puerta y nos quedamos escuchando. Después de unos minutos, nadie ha rozado la puerta, ni la ha golpeado, los sonidos de pasos se han desvanecido justo delante de la puerta y no se escuchan más. Decido apartar la mirada y mirar dentro de la sala rojiza y metálica en la que nos guarecemos...
     Es una habitación circular, en la que las paredes tienen un destello rojizo y una consistencia pegajosa y resbaladiza, un techo alto y oscuro, con respiraderos blanquecinos, el suelo es de reja que cubre los bordes nada más, con una barandilla pegajosa que protege algunas partes, ya que en otras se ha desmoronado hace tiempo, y justo en medio, como un pozo del mal, el resto de la habitación, iluminada con un par de lámparas, todo rojizo.. y en medio...
     Cada uno pensaba que eran desvaríos propios, que se habían vuelto locos en su estancia... Que no podía ser algo humano, un amasijo de carne rosada y rojiza, gigantesca, se alzaba en un lateral, pegado a la pared, como un huésped o un corazón gigante. Bajamos una escalerilla uno a uno y miramos desde el extremo más alejado esa extraña masa informe de carne...
     De pronto, se empiezan a escuchar sonidos en el eco de la habitación circular, golpes, sonidos ahogados... Decidimos salir por una puerta contigua, lo más rápidamente posible. Salimos a la claridad no de la niebla, sino de un cielo desprovisto de sol, sólo claridad... Y miramos abajo, montones de cables metálicos, cajas y cubierta metálica inundan el suelo, y más adelante, el suelo acaba en un pico redondeado, con baranda a los bordes.
     Un barco! Estaban en un barco carguero!

     Bajan las escaleras hacia las cajas y pasillos, puertas y entradas por el barco, cuando de pronto la puerta por la que habían salido se abre de pronto, violentamente, casi desprovista de sus goznes del impacto. Y sale por ella una criatura alta, y desagradable.
     Vestía un mandil de carnicero blanco, y unos pantalones y botas impermeables, unas cuantas cucarachas recorriéndole hasta la cintura, brazos largos, con las manos terminadas en garras huesudas oscuras, llenas de suciedad, de color rojizo y blanco enfermizo, musculoso, con la cabeza negra, como manchada por hollín, y una mascara por la que no emitía ningún sonido, pegada a su cara, sin agujeros para los ojos, hecha como de escamas oscuras, sucias...
     Sus movimientos son espasmódicos, casi irreales, forzados... Como si le costara coordinar los músculos para realizar una sola acción fluida.

     Nos giramos y mi compañero le vaciá el cargador en el pecho... El ente no parece darse cuenta de ello, más que con movimientos espasmódicos con la cabeza y de repente desaparece, con un movimiento borroso, para situarse unas escaleras más abajo, cada vez más cerca nuestra. 6 balas desperdiciadas. Bien.
     Mi compañero y yo escapamos mientras saltamos, resbalamos y nos enganchamos por entramados de escaleras, barandillas, escalones, cajas, barras, maderas, cables... y el resto intenta moverse de la misma manera, huyendo. Se teleporta a diferentes lugares acercándose, siempre muy erguido, moviendo la cabeza, e intentando golpearnos con sus largos brazos, muy cerca muchas veces de conseguirlo... Crea como ondas expansivas, abollando el metal por el que acabábamos de pasar las manos, o la espalda.

     Llegamos, huyendo de el, dentro del barco, a una zona que parecía un vestíbulo y almacén, colándonos por el tragaluz roto del almacén, saltando de caja en caja, y parando en una baranda que hay sobre el mostrador, esperando..
     Nuestros asíduos abren la puerta de un lado, de entrada de carga y entran sofocados y corriendo hasta que el hombre bronceado, sudoroso y cansado, se sube en un tractor/coche de carga y según se coloca en la puerta ese Paciente Zero, como me había venido a la cabeza nombrarlo. Mientras arranca el coche de carga, se va acercando y se transporta cerca suyo, el hombre arranca y lo atropella repetidas veces, le corta a la altura de los tobillos y cae pesadamente al suelo, sin poder moverse, entre un charquito de sangre espesa y muy oscura.
     El joven que va con nosotros, se tira cerca suya gritando como un descosido y le arranca la máscara putrefacta, que debajo, con una cara rosada, carnosa y sangrante con una boca pequeña, con colmillos muy afilados le muerde en la frente, llevándose un trozo de carne... Mi compañero se adelanta, baja y le vacía otro cargador, que estaba recargando mientras el hombre le pasaba el cargador por encima, esta vez en la cara desprovista de armadura, dejando un amasijo de carne y sesos desparramados por el suelo.

     El joven se lava y se limpia la herida lo mejor que es capaz y se coloca una venda de un botiquín cercano.
Pero se ha convertido en un infectado o algo similar... Decidimos asilarle y le cerramos en un cuarto y echamos cerrojos. La próxima vez que abren los cerrojos son la policía, cuerpos especiales de salvamento y cuerpos especiales de protección y demáses, que han acordonado el carguero, ya que aún no hemos tenido tiempo de preguntar dónde estamos y hay una cola de familiares y personas afectadas para ver al joven, o rendir homenaje a familiares muertos.

     De repente, un fallo en el sistema eléctrico, las luces parpadean, y se apagan algunas, dejándolo en penumbra. Se abren tres ascensores que están al fondo de la sala, y salen equipos del swat disparando a diestro y siniestro, nos refugiamos detrás de una mesa mostrador un par de miembros de policía, un hombre y una mujer y yo, y les pido un arma. Me dan una pistola reglamentaria de no demasiado calibre, pero no me quejo, voy asomando poco a poco el arma y la cabeza y voy disparando hacia el hueco del ascensor, dando a algunos miembros del equipo que se supone aliado que nos invade.
     Vamos matando poco a poco, pero también vamos perdiendo, efectivos, civiles caen muertos en nuestro vestíbulo y miembros de las fuerzas del orden también sucumben bajo el poder, el equipamiento superior y el ataque sorpresa del enemigo.
Unos compañeros refugiados detrás de unas cajas de metal y madera cerca nuestra nos piden una granada luminosa.
     Me indican que están en el cajón del mostrador, la epstaña blanca que brilla no, la verde, así que introduzco la mano en ella y saco un pequeño objeto, parecido a una recarga de balas de un revolver magnum, blanco brillante y se lo tiro.Lo colocan en su fusil de asalto.

     Les pido a la chica de al lado que is no tienen algo más potente que mi pistola y les pido un subfusil. Me lo pasa, envuelto en una funda de tela, le coloco la culata de hierro, le ajusto la mira, abro el cargador y lo encuentro lleno, cierro, martilleo el arma y me asomo al lado de los que me pidieron la granada lumínosa que buscaban aún brecha en la ofensiva para lanzarla.
     Decido hacerles hueco y me asomo un poco, disparando, esta vez, con más asiduidad a los invasores, que caen con mayor precisión, pero parecen no tener fin en el ascensor y en las cajas cercanas, donde se han hecho fuertes. Mato a dos o tres, y el granadero encuentra la oportunidad, se asoma, a lo que yo me escondo de nuevo detrás del mostrador, a toda prisa, dispara y un fogonazo blanco inunda la sala. Fósforo blanco, con suerte ha quemado la retina de algún desgraciado que iba demasiado delante.
     Salgo de la mesa, apuntando, me yergo y avanzo hacia delante, apuntando a las gafas de los swat poseídos. Mientras van cayendo, entre los reductos del fósforo blanco, le veo fin al equipo de soldados. Pero al nuestro también.
     Después de un par de parpadeos y de disparos a casi tientas, los focos terminan de apagarse.