martes, 14 de febrero de 2012

Nostalgia - TXT

Me derrotas... 
Eres calma inalcanzable que nunca lograré conseguir, un destello de brillante astro, que con un tentáculo de calidez divina me atrae a su vera. Sutil gama de tonos que recorren mi rostro, acariciándome como antaño hiciste tú. Intentando no respirar. No contaminar el mar de dorados cabellos que forman el inconsciente umbral de tu corazón.
El sendero que me lleva por veredas relucientes y cegadoras, emociones que escapan entre sus ramas... Está impregnado de tu esencia... Habla, reina, oh, señora de la luz y la noche.

Tras este vacío camino que me obligas a cruzar, mientras lloras en el calabozo de tu prisión de oro, una parte florece como una rosa en un pantano, mientras se ahoga, suplicando ayuda silenciosa. Manchando sus suaves pétalos de un barniz oscuro, haciendo pesados tu liviano tallo. Contaminando tu aliento.
Mientras esta oscuridad te envuelve, oculta tras la pared de sangre áurea, rozando con tus brazos todo y a todos, abrigando muertos en vida, cuyos corazones corruptos curas lentamente de su dolor... de su prisión.
Absorbiendo en tu horizonte el mal, como niebla gris alrededor tu rosa...
Almacenando cadenas de aquellos que claman a la vida que pueden vencer.

Esas murallas que suspiras por ocultar, mientras observas la vida bajo tu calor... 
Un romance lacerante que no hace justicia para curarte... entre sus manos languidecerás mientra con cortesía oficias labores de lucha de humanidad.
Exhibes tu talento atroz... Tu rosa está extinta. Harás ascuas tu reinado.
Estás corrompida por aquellos que pugnaste por salvar. Aquellos a los que salvaste te han matado. Han convertido tu corazón en un cascarón vacío. Un envoltorio resquebrajado.

Sigo embriagado de tu tapiz de promesas... 
Madre albina, llévame contigo. Compartiré tu dolor. 
El tambor señalará el final de mi estancia. Tu rostro pido. En el corazón de tus pupilas vi, lo que cualquier mortal soñó tener...

Señálame... y échame fuera de tu mundo, no tengo lugar aquí para hablar. Ni para sentir.

Una medalla por su vida


jueves, 9 de febrero de 2012

Sólo aguantar...

La sinrazón me encuentra, soy un ave carroñera, dispuesta a seguir su camino sin pedir nada a cambio, sólo retazos de personas en mi mente. Mientras dibujaba líneas en la arena... no sabía dónde ahogar mis penas.

Hoy dormiré junto a la desesperanza, y acurrucado, esconderé mi deblilidad. Ya no te recuerdo, pero tu me apareces en sueños: eres un rayo de luz y cordura que ilumina mi vida... meciéndome lentamente...

Pensé acabar con este sufrimiento, pero dejé que me domara la mente.

Me azuzan pensamientos lúgubres, brotes de ira crecen a mi paso. No los aparté esta vez.
Transformó mi mente y hicieron lo propio con mi cuerpo. Úsalo, viólalo, maltrátalo... y devuélvemelo para seguir sufriendo.

Aún hoy, después de semejante tortura, necesito de tu presencia para poder sentir que esta existencia merece la pena... 
"No me culpes a mi de tu dolor". Lo comprendo.

Cada día me voy dando cuenta de la causa de tu rechazo... Y no suplicaré más.

miércoles, 8 de febrero de 2012

MUJER - TXT

Llevaba una blusa violeta, sin estampados, que le dejaba sus delicados hombros al descubierto, y el largo cabello dorado, cayendo sobre ellos derramándose como una cascada de bucles resplandecientes.
Delgada, con sus caderas contoneándose grácilmente a cada paso dado, con sus piernas, perfectamente torneadas, caminando con decisión, provocando admiradas miradas a su paso.
Su busto, obligado a alabarlo, modelado con la sutilidad de una voluptuosa diosa, que se asomó a su balcón una noche de luna llena para dotarlo de su luminosidad y tersura.
Es una escultura a la perfecta belleza hecha por el escultor de manos más finas, acomodadas a la sutileza de los detalles.
Lo único que delata que su presencia no es algo humano, que es producto de una mente febril y jactanciosa, son sus ojos. Ojos color miel, grandes y expresivos, curiosos, que se clavan como brasas y te sumen en una parálisis total, sin poder dejar de navegar en sus profundos y cálidos pozos aúreos de misterio.
Su nariz respingona habla de la insolencia propia de la juventud. Y sus labios carnosos, suaves y perfectos te susurran silenciosas promesas ardientes.
Sólo fue una mirada, apenas eso fue.
Una mirada cruzada y en sus ojos impenetrables desapareces, te pierdes en sus labios... Cuando regresas a este plano tras vagar por sus pestañas, boqueas por un soplo de oxígeno. Pierdes la capacidad del habla, el aire de tus pulmones abandona su cometido y el espacio que te rodea se distorsiona.


Por desgracia, los cuentos contienen demasiadas mentiras.




domingo, 5 de febrero de 2012

Uno - TXT

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Depende de mí, por supuesto. Todo depende de mí.
     Quién debe vivir. Quién debe morir. Lo que es y lo que será.
     Imaginemos que estoy observando desde lo alto, suspendido en el cielo tal como los mortales suelen pensar que hacemos los dioses. Abajo se extiende el vasto mar, golpeando incansable las rocosas orillas de la costa de la Espada, donde las torres de la ignorancia profana del Alcázar de la Candela se asientan sobre el pedestal de una abrupta colina de piedra basáltica. Me bastaría un suspiro para derribar ese bastión de falsedad, para pulverizar la argamasa que une sus piedras y hacer que sus altos muros se desplomasen sobre el mar, para esparcir sus retorcidos tomos por las burbujeantes simas y por los océanos profundos y hediondos de los rincones más recónditos del mundo.
     Imaginemos ahora que estoy de pie. El mar se alza ante mí como un verde tapiz reluciente que se difunde por la interminable extensión de los cielos, con sus olas coronadas de blanca espuma vertiéndose una y otra vez para alcanzar la costa que está por debajo. El mundo se ha puesto patas arriba, y las torres del Alcázar de la Candela penden de la colina basáltica como verrugas de la punta de una nariz negra y ganchuda. Me bastaría un pensamiento para dejar que la plenitud del mar se tragase esa ciudadela de corrupción, para borrar esa biblioteca de las mentiras de la faz del mundo, para hundir en el olvido esos libros de engaño y eliminar de Toril el mismísimo recuerdo de sus páginas falaces.
     Como veréis, todo depende de mí. No hay nada cierto hasta que yo no contemplo y le asigno un lugar, hasta que yo me coloco encima o debajo, delante o detrás. ¡Que mantengan su templo a Ohgma el Inconsciente, sus altares a Deneir el Parlanchín, a Gond el del aliento de forja, a Milil el señor del Estruendo Rechinante! ¡Que me desprecien si se atreven! Yo soy el Uno, el Todo, el rostro que se oculta tras la Máscara.
     Yo lo soy Todo.
El Todo, el Supremo, el Sol Negro...