sábado, 31 de agosto de 2013

Wish

Puede que el tipo de historia sobre un hombre que encuentra una criatura capaz de conceder deseos sea para la gente abrumada por grandes deseos inalcanzables.

domingo, 18 de agosto de 2013

#16 Oprimido

Hoy en día vivimos y nos movemos estresados de un lado a otro, en espacios pequeños. Han intentado limitar el espacio y el tamaño de todo para hacerlo más cómodo. La tecnología, la comida... Han compactado todo lo que les era posible por comodidad. Y lo han conseguido.
Y con los años, lo han extendido a todo.

Lo han extendido a los humanos. A las personas. Ahora vamos de cuarto en cuarto, agobiados por la luz, por los espacios abiertos. Tememos el aire, tememos al cielo, porque no comprendemos su inmensidad y no asimilamos su grandeza.
Añoramos nuestros cubículos y nuestros angostos intereses, movidos por el miedo.

Caminamos patizambos detrás de una costumbre que nos obstruye y nos limita. Caminamos y reptamos por rendijas buscando una salida. Una salida hacia un agujero más pequeño, un lugar en el que sentirnos seguros con nosotros mismos.

¿Por qué nos acurrucamos en una esquina si nos sentimos vulnerables?

Porque en la limitación, el control... nos sentimos cada vez más seguros.

viernes, 9 de agosto de 2013

DEPARTURE

Capítulo 1

El hombre se volvió hacia mí. Su rostro estaba cubierto por las sombras. Era difícil distinguirlo en la oscuridad del bosque que nos rodeaba. Sin embargo, el hacha que blandía sí era fácil de ver: brillaba con la sangre de su víctima.
Sonreía con locura. Las sombras estaban vivas y deformaban sus facciones.

Era una escena de pesadilla... pero yo estaba despierto.


El poseído estaba ante mí. No podía mirarlo, estaba en un punto ciego causado por un tumor cerebral o una enfermedad ocular. Sangraba sombras, como tinta bajo el agua, como una nube de sangre tras el ataque de un escualo.
Era presa del pánico. Apretaba la linterna como si me fuese la vida en ello, para evitar que se acercase. De pronto ocurrió algo y la luz pareció brillar con más intensidad.


    Durante mucho tiempo la presencia oscura había dormitado débil, como una pesadilla casi olvidada o un destello sombrío en el bosque, por la noche, no lo bastante real como para existir y, al mismo tiempo, demasiado evocadora como para disiparse por completo.
Ahora despertaba, aquel novelista era una mosca atrapada en una telaraña cuyos hilos transmitían sus vibraciones hasta su guarida. Podía percibirlo. Podía utilizarlo.

    Sólo necesitaba un pequeño incentivo.


    Los oí antes de verlos, lanzándose en picado desde el cielo, chillando. Me giré cuando la nube se abalanzó sobre mí. Durante un instante pude ver un centenar de ojos muertos, perlas negras que brillaban en la oscuridad.
Levanté la linterna y la marabunta explotó como fuegos artificiales. Sus plumas ardían, convirtiéndose en ceniza. Mis gritos se perdían entre los suyos.


Al principio seguía encontrando las páginas de forma accidental. El libro que no lograba recordar era o bien una profecía terrible y cruel, o bien un acto de creación que había rescrito el mundo. Empecé a buscarlos de manera febril, ya que albergaban la respuesta del misterio.

Así podría salvarme.

Así podría salvar a Alice.


Me metí en el taller de la gasolinera. Estaba oscuro, silencioso y revuelto. Parecía que alguien lo hubiera arrasado o hubiera sido el escenario de alguna clase de pelea. Entraba luz a través de una puerta abierta en la parte trasera. Me dirigí hacia allí.
Sin previo aviso, me cegó una luz brillante. Un viejo televisor portátil, en el estante, se había encendido solo. Inexplicablemente, podía verme en la pantalla, hablando como un loco.


"¿La cabaña de Cauldron Lake?", preguntó.

La sheriff me miraba suspicaz. La primera luz del día entraba por las ventanas de la oficina. Probablemente no hubiera podido salir del bosque sin su ayuda, pero no podía contarle la verdad respecto a lo que me había sucedido la noche anterior. Pensaría que estaba mintiendo, o peor, que estaba loco. Me encerraría.

Y no me ayudaría a encontrar a Alice.


Stucky escupió en el suelo del taller e intentó sacudirse las telarañas de la cabeza. La pareja no había recogido las llaves. A partir de ahí, las cosas comenzaron a complicarse.
Algo llamó su atención. Levantó la vista y miró fijamente, mientras su cerebro trataba en vano de procesar el horror que tenía ante sí. Dio un traspié y volcó una lata de gasolina. Un charco negro se extendió por el suelo. Luchó unos instantes antes de ceder a la oscuridad, que lo envolvió de forma inexorable.


Rose sabía que había hablado demasiado, pero ya, no le importaba. En lo que a ella respecta, su breve encuentro con Alan Wake había sido, literalmente, lo mejor de su vida.
Lo observó meterse en el coche con su esposa. Era guapa, segura de sí misma, perfecta para Wake. No como ella. Estaban hechos el uno para el otro.
Hubiera dado lo que fuera por ser su amiga.


Barry Wheeler estaba loco de contento. Se había metido en un avión después que Al y Alice ignorasen sus llamadas durante varios días. Tal vez estuviesen disfrutando de una segunda luna de miel, pero Barry no lo creía. Al estaba demasiado inquieto para ello, insomne, preocupado.
Tenía muchos años lidiando con Alan Wake y no había vuelta de hoja: Algo andaba mal.


Toby conocía su olor: el del hombre, el hombre bueno que siempre lo mimaba y nunca se cansaba de jugar con él. Toby sacudió la cola, emocionado, y ladró de alegría.
Después percibió otro olor, uno inquietante, lo bastante extraño como para ponerlo alerta. Confundido, gruñí desde lo más profundo de la garganta. El olor venía del hombre bueno.
Un terror ciego, primario, le atravesó el cerebro apenas un instante antes que el hacha lo hiciera.


Barry bebió otro sorbo de aquel delicioso café. Le sonrió a Rose. Seguro que aquello era amor.
Rose continuó sin tomar aliento: La nueva será una obra maestra, ¡estoy segura! Dile que no haga caso a los tipejos de los foros que dicen que nunca terminará Departure. Debería tomarse su tiempo para que sea perfecta. Yo puedo esperar.




Alan Wake