domingo, 27 de mayo de 2012

No hay nada que reír frente a mi

Porque creo que sé lo que hago y digo, porque no se cuando sé lo que digo...
Porque soy un bocazas, porque tengo más defectos que virtudes y que cuando esté junto a alguien será porque me aguanta más de lo que me ha aguantado nadie en toda mi vida...
Porque sé que tengo los conceptos cambiados, que mis cables están liados, que mi fase y mi neutro van por la misma línea, que se entrelazan formando armónicos entre los cables de alta tensión...
Porque sé que no merezco mucho de lo que tengo y no lo valoro lo suficiente como para poseerlo.
Porque amo demasiado las cosas que me hacen sentir inseguro... 
Porque busco estabilidad en algo inestable.
Porque siento que detrás de un muro siempre hay un jardín.
Porque no puedo esperar a intentar atravesarlo y descubrir el aroma de sus flores, el color de sus arbustos y los frutos de sus árboles.
Porque soy demasiado impaciente, y espero demasiado para las cosas.
Porque no me gusta precipitarme... Cuando quizás realmente debiera hacerlo.
Porque tengo miedo.
Mucho miedo.

Miedo al rechazo.

Miedo a la soledad.
Miedo al olvido.

Miedo a no cumplir con mis objetivos.
Miedo al calor.
Miedo al frío.
Miedo al conocimiento... y miedo a la ignorancia.

No creo que mi tiempo haya sido extenso ni prodigo de grandes éxitos, si bien si he sabido encontrar éxitos con los que sentirme identificado... Sueños que se deshacen... Maldiciendo mi evolución una y otra vez, sintiendo que no soy suficiente o que soy demasiado para cumplir las expectativas de nadie.
Un miedo irracional que me ata dentro de una burbuja que me lleva a completar un hueco en el cimiento que construye sobre quien no sabe ver... Un cimiento que constituye gente que no ve, pero oye, no toca, pero anhela...

Quizás estás herida como yo, por mi inquietud... Nunca pregunté, nunca me acerqué. ¿Que podía ganar? Pero realmente, que podía perder?...
Hay cosas que no se mantienen solas simplemente por saber por dónde vendrán las decepciones... Podré no sentir el miedo a perder siempre mi propia senda. Porque cambiar de camino es fácil... rápido... e indoloro.
El cambio ha sido siempre algo en lo que refugiarse, te dolerá igualmente aunque cambies de parecer... Aunque cambies de ruta...

La carretera no leva a ningún lugar... Pero si no tomas desvíos no sabes realmente a dónde puedes llegar...
Y quizás te cambie de carretera... Y puede ser peor... o mejor... Pero no lo sabrás sin intentarlo.
Porque prefiero pecar de haberlo intentado y fallar... a no haberlo hecho y lamentarme.

Podría limpiar esas lágrimas, flotando en el eco de tus sollozos... Y ahogarse en una sonrisa de suficiencia... En un pasado que hiere cada vez que lo tocas... Porque no hay nada más que reír delante de mi.