viernes, 21 de agosto de 2015

20/6

Fué en el ámbito moral y en mi propia persona donde aprendí a conocer la cabal y primitiva dualidad humana; y ví que las dos naturalezas que contendían en el campo podrían ser por separado yo, solamente porque yo era radicalmente ambas.





El Extraño Caso del Dr Jekyll y Mr Hyde

sábado, 15 de agosto de 2015

#28X

Mi destino está ligado a mi horrible pecado.

Un pecado perenne y reiterativo, brusco y de naturaleza pasiva, que en su vileza y maldad reposa sobre mis ojos y recrudece mis entrañas, revolviéndolas de placer y curiosidad, vicio y paciencia.

Por mi confusa propensión a la ignorancia, y mi magnética sin pecado que insisto en culpar por los actos consabidos que cada noche al dormir sueño con sus labios, me retuerzo entre vergüenza y hastío, presa de mi natural curiosidad y abandono a los placeres de la carne y la mente.

El tiempo, mi poderoso compañero, ha resultado anteriormente un gran amigo y consejero, en tanto que otras simplemente he decidido ignorarlo como quien deshecha un fruto podrido, y esta vez, quizá por despecho o quizá por cansancio, esta vez parece fuera de mi alcance, tal vez no sepa cómo ni cuando iluminar mi camino con sus sabios y obvios consejos, que me hacen esperar una comprensión fuera de toda duda, lógica y llana a mis perturbaciones.

Mi pecado no es tal, en tanto en cuanto lo trato de normalizar y excusar, dado que no es falta si no novedad la que me impulsa a la pasiva diferencia del consecuente abandono al placer y comodidad, junto a la curiosidad humana de acaparar la máxima cantidad de felicidad junto a la mínima dudad sobre ella.

Quizá no estoy hecho para tales complicaciones y quizá no sea un paso firme por el que camino tan cuidadosamente y mi despreocupación sea precisamente la causa directa del abandono de la desazón en mi pecho, junto a la liberación de mi propia psique, a la que tanto debo respiro y simpleza.

lunes, 10 de agosto de 2015

(...o la inesperada virtud de la ignorancia) 2

En nuestro destino, me siento apartado.
Y comienzo a andar.

Camino como si no tuviera un fin concreto, un objetivo.
Camino por calles familiares de un lugar desconocido, por esquinas de mi mente que padece desaliento, y al fondo, una lúcida y débil bombilla señala la renuncia de mi situación.
Mi propio despido.

Mis dientes se aprietan por un momento, las yemas de mis dedos sienten el cosquilleo de un tic, y mientras voy caminando cada vez a mayor ritmo me olvido de la compañía que me había ignorado, o a quien había ignorado.


La necesidad de una ayuda que me permita superar u olvidar.
La necesidad de ser escuchado por un extraño, de dejarme llevar.


Mientras atravesaba un parque mal iluminado, recordaba que también contaba mi historia.
Un hombre demacrado y sucio. Solo.

En ese momento sentía el espíritu de aquel caminante poseer mis pasos.
Y caminé solo, dejé atrás a todos... aunque a veces diera rodeos para ver al resto de la comitiva. Desde esos ángulos, parecía todo tan normal, tan perfecto.

Pero seguía caminando por calles oscuras, rodeado de conversaciones frívolas y breves, de un mundo cada vez más opaco, más oscuro.
Y no sentía que perteneciera ni a un lugar ni a otro.

#27 La Pasividad

No existes. No hablas.
Simple y llanamente tu presencia evoca las más profundas indiferencias y desazones entre aquellos que rodean su propia burbuja con su ego, con su suficiencia y su superioridad.
Su capacidad de juzgar, su poder.

Tras demasiado tiempo tu interés decrece y tu pasividad aumenta. Tu preocupación se encoje frente a las oleadas de ira que te envuelve.
Pero ¿qué diferencia puede hacer un solo hombre?


La sociedad se engaña mientras piensa sobre todo aquello que decían imposible, justo, suerte... Sabes que nadie quiere admitir una mentira tan arraigada.

Pero sabes que nadie obtendrá justicia, nadie tendra suerte y nadie podrá hacer lo imposible.
Cada uno se trabaja su propia suerte, erige su propias capacidades y juzga sus propias acciones.
Pero eso a nadie le importa.

Porque tu, como indivíduo, no tienes el poder de servirte a tí mismo, sólo tienes la habilidad de servir a otros.