jueves, 1 de octubre de 2015

No rules

Aquí, donde el llano mar de sencillez abunda a los pies de la calma de la hoguera de la humanidad, allí donde el cielo se levanta desde la húmeda paciencia salpicada de jirones de esperanza... Esperando a la luz que está por llegar, que ilumina el mundo.

Aquí en la hoguera, cálida y protegida por una cúpula azul, las ascuas delictivas, borrachas de desaprobación hacia sí mismas, salpican la costa, de blancas y frías arenas... y el fresco viento transporta en su abrazo aquellas ascuas, tan solo para caer al bosque de verdes hojas, de verdes ideas, de permisos, de potencias, de posibilidades...

E incendiar todo lo que era bueno, todo lo que era puro, lo que era virgen e inocente...
Todo reducido a cenizas por una marea incesante de ascuas que, transportadas por el mismo conducto, hacia el mismo destino, con el mismo resultado...
La humanidad, en su minórica breve, perecedera e histórica potencia, convierte en costumbre una anécdota, en ritual una broma y en boletín diario la mediocridad.

Hará falta que la marea se trague más tarde o más temprano la hoguera para que dejemos de hacernos daño de semejante manera?
Caeremos de la olla sólo para acabar en las brasas.
Hechas con piedras del mismísimo infierno.


viernes, 21 de agosto de 2015

20/6

Fué en el ámbito moral y en mi propia persona donde aprendí a conocer la cabal y primitiva dualidad humana; y ví que las dos naturalezas que contendían en el campo podrían ser por separado yo, solamente porque yo era radicalmente ambas.





El Extraño Caso del Dr Jekyll y Mr Hyde

sábado, 15 de agosto de 2015

#28X

Mi destino está ligado a mi horrible pecado.

Un pecado perenne y reiterativo, brusco y de naturaleza pasiva, que en su vileza y maldad reposa sobre mis ojos y recrudece mis entrañas, revolviéndolas de placer y curiosidad, vicio y paciencia.

Por mi confusa propensión a la ignorancia, y mi magnética sin pecado que insisto en culpar por los actos consabidos que cada noche al dormir sueño con sus labios, me retuerzo entre vergüenza y hastío, presa de mi natural curiosidad y abandono a los placeres de la carne y la mente.

El tiempo, mi poderoso compañero, ha resultado anteriormente un gran amigo y consejero, en tanto que otras simplemente he decidido ignorarlo como quien deshecha un fruto podrido, y esta vez, quizá por despecho o quizá por cansancio, esta vez parece fuera de mi alcance, tal vez no sepa cómo ni cuando iluminar mi camino con sus sabios y obvios consejos, que me hacen esperar una comprensión fuera de toda duda, lógica y llana a mis perturbaciones.

Mi pecado no es tal, en tanto en cuanto lo trato de normalizar y excusar, dado que no es falta si no novedad la que me impulsa a la pasiva diferencia del consecuente abandono al placer y comodidad, junto a la curiosidad humana de acaparar la máxima cantidad de felicidad junto a la mínima dudad sobre ella.

Quizá no estoy hecho para tales complicaciones y quizá no sea un paso firme por el que camino tan cuidadosamente y mi despreocupación sea precisamente la causa directa del abandono de la desazón en mi pecho, junto a la liberación de mi propia psique, a la que tanto debo respiro y simpleza.

lunes, 10 de agosto de 2015

(...o la inesperada virtud de la ignorancia) 2

En nuestro destino, me siento apartado.
Y comienzo a andar.

Camino como si no tuviera un fin concreto, un objetivo.
Camino por calles familiares de un lugar desconocido, por esquinas de mi mente que padece desaliento, y al fondo, una lúcida y débil bombilla señala la renuncia de mi situación.
Mi propio despido.

Mis dientes se aprietan por un momento, las yemas de mis dedos sienten el cosquilleo de un tic, y mientras voy caminando cada vez a mayor ritmo me olvido de la compañía que me había ignorado, o a quien había ignorado.


La necesidad de una ayuda que me permita superar u olvidar.
La necesidad de ser escuchado por un extraño, de dejarme llevar.


Mientras atravesaba un parque mal iluminado, recordaba que también contaba mi historia.
Un hombre demacrado y sucio. Solo.

En ese momento sentía el espíritu de aquel caminante poseer mis pasos.
Y caminé solo, dejé atrás a todos... aunque a veces diera rodeos para ver al resto de la comitiva. Desde esos ángulos, parecía todo tan normal, tan perfecto.

Pero seguía caminando por calles oscuras, rodeado de conversaciones frívolas y breves, de un mundo cada vez más opaco, más oscuro.
Y no sentía que perteneciera ni a un lugar ni a otro.

#27 La Pasividad

No existes. No hablas.
Simple y llanamente tu presencia evoca las más profundas indiferencias y desazones entre aquellos que rodean su propia burbuja con su ego, con su suficiencia y su superioridad.
Su capacidad de juzgar, su poder.

Tras demasiado tiempo tu interés decrece y tu pasividad aumenta. Tu preocupación se encoje frente a las oleadas de ira que te envuelve.
Pero ¿qué diferencia puede hacer un solo hombre?


La sociedad se engaña mientras piensa sobre todo aquello que decían imposible, justo, suerte... Sabes que nadie quiere admitir una mentira tan arraigada.

Pero sabes que nadie obtendrá justicia, nadie tendra suerte y nadie podrá hacer lo imposible.
Cada uno se trabaja su propia suerte, erige su propias capacidades y juzga sus propias acciones.
Pero eso a nadie le importa.

Porque tu, como indivíduo, no tienes el poder de servirte a tí mismo, sólo tienes la habilidad de servir a otros.

martes, 28 de abril de 2015

When the water breaks

Vivía en un pueblo pequeño, rodeado de verdor y no muy lejos del bosque de suaves arbustos y altos y majestuosos árboles, que se estiraban hacia el cielo, en un vano intento de alcanzar con sus brillantes hojas el firmamento y envolverlo con su cálido color, ahogando en el proceso las ínfimas y escuetas raices de árboles más jóvenes, que purgan por absorber un poco de luz solar.

En medio de esta marabunta de colores, vida y sombras se encontraba, luchando por abrirse paso hacia un pésimo sendero que había descubierto al tropezar por enésima vez con una de tantas raíces nudosas de los árboles más viejos y carcomidos por el tiempo.


Se levantó refunfuñando y volvió a reanudar su avance, ya con nulo entusiasmo. Tenía el pantalón roto y sucio, gracias o por culpa de pequeñas ramas que sobresalían malintencionadas. La camiseta de manga corta, rajada por todo lugar imaginable y, como no, sucia.
En la cara le caían mechones de pelo negro, revuelto, que entorpecían la visión de sus ojos, negros como el ónice, que miraban nerviosos a todos los lados, como buscando un culpable, al tiempo que rebuscaba en sus bolsillos, buscando algo, sin éxito.
Bufó, contrariado.

Llevaba mucho tiempo perdido por allí, intentando salir, buscando senderos que estuvieran medianamente transitados. pero era otoño y aún pronto para que los pastores pasaran al monte.
Había salido de casa maldiciendo su linaje y a todo cuanto encontraba por su camino, hasta que llegó al comienzo del mar de árboles, y se dijo que iría allí, simplemente para poder odiar en silencio, sin estorbos.

Comprendió su estupidez al internarse tanto allí demasiado tarde. Creyó saberse conocedor de todo lo que le rodeaba y si se había logrado mantener había sido por suerte. Había ido allí a colmar su ira y ahora ésta le había abandonado, dejando, sin embargo, un hueco negro en el fondo de su alma. Ya no sabía ubicarse, ni ya digamos salir de esa pesadilla. Ya hacía bastante tiempo que no comía.


Resopló una vez más y siguió adelante, pasando del falso sendero.
Siguió maldiciendo y andando hacia delante, cuando de súbito cayó al suelo como un saco. Otra raíz. Enterró el rostro entre los brazos, exhausto.

Nada tenía sentido. ya le daba igual, estar de pie o tumbado siempre iba a acabar en el duro y húmedo suelo. Tenía hambre... tanta hambre... Llevaba mucho tiempo allí. No tenía señales de vida a su alrededor. Ya nadie se paraba a admirar la belleza del bosque en su conjunto. Ahora que estaba ya dentro de él lo identificaba como una celda perfecta, cuyas armas se complementan a la perfección, haciendo de él una prisión inexpugnable, pero sólo para incautos que, como él se adentraban demasiado. Ahora, su innumerable verdor lo cubriría, con una luz aterciopelada y dorada, el ocaso.

Casi sintió cómo las lágrimas nacían de sus ojos y se derramaban por sus mejillas, y este acuoso contacto le dolió más que todo en este mundo. No podía moverse. Intentó mover un brazo y levantarse pero el cuerpo no le respondía.
Intentó gritar, desesperado, ppero lo único que salió de su garganta fué un gañido débil que murió en sus labios.


Se tranquilizó casi de inmediato, y pensó que ese era su destino, su final, el único que merecía, pues estaba seguro que el suyo era morir solo, sin nadie.
Su último pensamiento estaba dirigido a un ángel que anteriormente le había dirigido su vida, recomponiendola, solo para subirle a lo más alto del cielo y soltarlo desde allí, a una caída sin fin. su angel, ahora por siempre perdida...

---------

Algún tiempo después, unos pastores que reabrieron los senderos para poner a pastar a sus ovejas al otro lado se encontraron la construcción hecha por manos no humanas más extraña de su vida.


Las enredaderas se habían enrollado en torno al cadáver del jóven, sepultándolo bajo una miríada de hojas verdes brillantes, ocultándolo de las miradas ajenas.
Dos árboles habían crecido a cada lado del rollo de enredaderas y lo presidían con unas ramas que se entrecruzaban entre sí formando una vidriera vegetal.
Las raíces sobresalientes de ambos árboles habían elevado el raro féretro improvisado por las enredaderas un metro, las enredaderas también ascendiendo por su suave y liso tronco formando palabras extrañas e imágenes.

A los pies de los dos grandes colosos y su gigantesca vidriera, que reflejaba con sugerentes brillos y matices verdosos la imagen representada de un Ifrit, un alma ígnea errante, había todo un manto de hierbas aromáticas muy diversas, cuyo olor llenaba el aire del lugar, purgando silenciosamente al culpable.



En medio del pequeño claro, una lápida de caliza dura y bien conservada frente a la tumba se erigía como un testigo mudo del entierro, en la que habia tallada la imágen de una mujer llorosa, y de sus cuencas vacías manaba agua transparente y cristalina que se derramaba por los contornos y relieves de la figura, acababa regando todo el monumento, haciendo calles avenidas en miniatura, nutriendo el conjunto de plantas, manteniendo con vida una representación hermosa y a la vez horrenda de la muerte.

#27 Vamos...

Vamos a ser todos igual de tristes. Igual de parcos.
Vamos a tener un fondo oscuro, un origen tormentoso.
Vamos a ir mendigando atención, consuelo y felicidad.
Vamos a mecanizar nuestra necesidad.
Vamos a fingir los agradecimientos.
Vamos a depender exclusivamente de terceros.
Vamos a relativizar absolutamente toda nuestra felicidad y provecho personal en base a donaciones.
Vamos a triunfar por la vía del nini'smo.

Es la sociedad del hoy, el futuro de la sociedad.
Es nuestro oficio de provecho, nuestro declive. Es todo lo que nunca quisimos ser pero nos hemos acostumbrado a conformamos. A nuestra vocación por no ser nadie.
Por subirnos a un tren del que todo el mundo sabe dónde acaba y por dónde empieza.

Vamos a politizar nuestra conducta.
Vamos a luchar por nuestras lúgubres fantasías creadas por una necesidad vacía y gris.
Vamos a ser lo que nunca debimos ser... lo que nunca pensamos ser... Y vamos a excusarlo de cualquier manera posible.
Vamos a ser vosotros.
Vamos a jugar con todo lo que nos hace una raza superior. Y vamos a apostarlo por un presente difuminado y mediocre que decimos, necesitamos.

miércoles, 15 de abril de 2015

#26 Veneno

Veneno.
Corre por mis venas como si fuera gasolina. Quemándo y desgastando las vías, corrompiendo mis entrañas, atrofiando los músculos, los huesos... Deformando el cerebro y construyendo defensas en torno a supersticiones, oscuros recovecos del alma, alimentando el odio y acariciando el resentimiento.
Como el veneno, inundando las venas, acelerando el corazón, pudríendo cada centímetro de mi cuerpo y mente... Sólo al servicio de un bien mayor. Al servicio de la autopropaganda de la ira personal. Alimentada por mil causas, enfocada por una sola...

Hacía mucho tiempo que no se calentaba y hervía tanto semejante ponzoña en mi interior. Tanto tiempo que no golpeaba mis sienes con fuerza como si quisiera salir e invadir mi piel también.
Hacía mucho tiempo que me sentía a salvo del mundo. Que sentía que el resto, pese a sus fallos personales, había superado su propia idiotez.
Supongo que el principal idiota es aquel que espera a la evolución sentado.

Y como el veneno, verdoso y agridulce, empapa mis sentidos hasta hacerme estremecer. Es un sentimiento tan burdo, tan doloroso... y a la vez tan placentero y justificado. Un sentimiento que había olvidado y que no necesitaba. Pero parece que está bien tenerlo de vuelta, aunque sólo sea unos momentos. Unos instantes.



viernes, 20 de marzo de 2015

(...o la inesperada virtud de la ignorancia)

Quizá su mala cabeza, o un acto premeditado la dejó embarazada. Su pareja está ausente, creo que por trabajo. En realidad no lo sé. Y tampoco lo pregunté.
También están ahí, igual que un amigo de toda la vida, otras dos mujeres, y alguien más, que, del mismo modo y manera que yo, rodean en el vagón de tren el carrito del niño pequeño.
Ninguno está preparado para eso. Ni siquiera él mismo.

Estoy desplazado.
Incapaz de conversar con nadie, miro como todos interactúan entre si. Hablan sobre el niño, sobre clases, el trabajo, las rutinas de cada uno. Su día a día, y lo único que puedo hacer es observar, no participo en ninguna de ellas.
Quizá, después de todo sólo sea eso, un espectador. Puede que realmente no esté aquí, puede que me haya ido mucho tiempo antes.
O puede que nunca estuviera.

Observo impotente como dos se besan, apasionadamente, con normalidad. Y con fruición.
Un latigazo de traición cruza mi mente por un momento, pero ni siquiera encuentro fuerzas para juzgarlo. Ni siquiera sé por qué iba a hacerlo. Estaba acostumbrado.
Intentaría aprovechar y meter la cabeza entre medias, pero me ignorarían, tal y como ocurrió.

Dejo de esforzarme en nada que sea mínimamente egoísta y salgo del tren para tomar el aire y quizá fumarme un cigarro. La sensación de culpa, remordimiento, odio, verguenza y envidia se agolpaba contra mis sienes, y me baila la vista, del mismo modo que me calienta las orejas.
El revisor hace sonar el silbato y urge a los rezagados subir al tren de inmediato.

lunes, 23 de febrero de 2015

MEMORIES




(GO ON AND FUCK YOURSELF!)

Watch in outer space I see them shine...
Crazy stuff like this it blows my mind...
So many times, waking up to the radio.
I'm breaking out of the safety of radio.
When did I stop searching for miracles?
It's bad enough when nobody helps!


Memory! Memory now!
You are nothing but a 
Memory! Memory now!
You're burning out!
移り変わり行く世代交代
後追いはしない新世代
Memory! Memory now!
GO ON AND FUCK YOURSELF!


見上げた夜空のスクリーンには
数えきれぬほどの光が
今見ているその輝きはもう
僕が生まれる遥か前 昔の
過去の姿それなのに今日も
ヤツは僕に光ってみせる!


You're just a Memory! Memory now!
You are nothing but a
Memory! Memory now!
You're burning out!
移り変わり行く世代交代
後追いはしない新世代
Memory! Memory now!
GO ON AND FUCK YOURSELF!


Don't wanna be a has-been.
Never gonna happen.
Not like you.

Don't wanna be a has-been.
Never gonna happen.
Not like you.

DON'T WANNA BE A HAS-BEEN
NEVER GONNA HAPPEN
NOT LIKE YOU


Memory! Memory now!
You are nothing but a
Memory! Memory now!
You're burning out!
移り変わり行く世代交代
後追いはしない新世代
Memory! Memory now!

GO ON AND FUCK YOURSELF!

lunes, 19 de enero de 2015

Conversaciones con ...

-¿Cómo lo superaste?

-Tengo que contarte una amarga verdad: Nunca lo hice.
Sé por lo que estás pasando porque los motivos se escapan a tu comprensión. Sientes la culpabilidad porque desconoces su sabor.

Y mas allá de la simple decepción...
Hay un látigo que a cada latido chasquea dolorosamente su nombre. Mientras duermes, mientras hablas, mientras lloras, mientras vives...

Y más allá de dejarse de escuchar, con el tiempo te acostumbras a el.
Con la esperanza vana de que tras muchos años, su recuerdo pase a ser de piedra y su nombre deje de atormentarte...

-¿Y cómo consigo eso? ¿Dejar de recordar lo antes posible?

-No puedes. Si lo que sentíais era real, nunca podrás dejar de oír su nombre mientras, en tus entrecortados sollozos, luchas por respirar con calma.

-Yo no quiero eso...

-Nadie lo quiere. Pero la esperanza y la tímida recompensa de poder veros de vez en cuando... De constatar vuestra mutua salud, de poder observaros en secreto, abrazados a una chispa desesperante de fe.

Apostaste, y has perdido. Aquí nadie sale ganando.

-Lo siento. Creo que ahora comprendo mejor lo ocurrido, y no obstante, necesito disculparme por ser tan egoísta.

-No te disculpes. Mis circunstancias han sido malas, pero han hecho agotar los ojos que hoy ves. Sé cuál es el juego, y se cómo se apuesta.

He quedado en un reducto de consejo de lo que un día fui. Y, todavía hoy, aún sigo abrazado a ese látigo que zarcilla mi alma repitiendo tu nombre.