lunes, 29 de febrero de 2016

Vendaval de cambio

Y entre aquella cálida oscuridad. Arropado entre las mantas y el olvido.
Suplicando entre sollozos que todo pare, que se detenga.
Que no aguantaba más, que sus lágrimas son suficiente para empeñar todo aquello por lo que tanto luchó.

Mientras el mundo se desmoronaba entre lentos vendavales que bamboleaban la vida y la muerte, como un huracán, lentamente, apartaba aquellos entre los válidos que le hacían intentar parar la tormenta.

Y mientras rodaba y giraba, lentamente, sus recuerdos olvidaban la tierna infancia, sus añorados amores, sus amistades. Mientras giraba perdía aquello por lo que tanto había luchado.

Vivo o muerto, ya todo daba igual. Giraba dejando un surco de pérdidas.
Y podía sentirlo. Podía sentir cómo su ira y su incompetencia lo alejaba y tarde, se daba cuenta de quien era el culpable.
Su propia espiral se había convertido en el huracán que estaba desmontando toda su vida pedazo a pedazo.

lunes, 22 de febrero de 2016

Isobe

Odio... a las personas que van por la vida aprovechándose de los sentimientos de los demás sólo para satisfacer sus deseos más egoístas. Personas como tú.
El mundo está lleno de personas que son totalmente capaces de vivir la vida tranquilamente sin darse cuenta de lo horrible que verdaderamente son.
¿Te has parado a pensar por un momento... que la vida está llena de penas y sufrimiento?




La Chica a la Orilla del Mar, Inio Asano

viernes, 12 de febrero de 2016

~1~ X

La necesidad imperiosa de escribir capítulo tras capítulo de su existencia era absoluta.
Aquel cuaderno desgastado, relleno de hojas y folios dispares que revoloteaban y crujían a cada movimiento contenía todos sus miedos, sus experiencias, sus éxitos y, por qué no, alguna mentira.
Jamás entendería el motivo, a toro pasado, de escribir falsas impresiones para sí mismo. Leerlas y releerlas, sabiendo su grado de veracidad le hacía respirar tranquilo.


Más allá de todo eso, X era un hombre joven, aquejado de inseguridad y rabia fruto de la impotencia, alimentada por el fracaso y el miedo al rechazo personal.
Se temía y respetaba tanto a partes iguales a sí mismo que se sentía decepcionado consigo mismo.

Temía, más que nada, su propia ira, su propio destino, su fragilidad momentánea.


De cansado aspecto, ojos marrones y barba descuidada, adornado por unas gafas sucias de pasta y una incipiente calvicie, esta era su carta de presentación. Su documento de identidad.
Sin una complexión definida, era un hombre anodino, discreto.


Odiaba y temía aquella sociedad entre la que se movía, condenado a entenderse con ella, sintiendo a partes iguales vergüenza y miedo.
Varias noches a la semana era incapaz de dormir, asediado por sus propios fantasmas, su fracaso personal, su incapacidad de superar barreras ridículamente bajas que encontraba en su camino.

En cambio, era consciente de que muchas otras barreras y muros mucho más altos y escarpados había sido fácilmente capaz de conquistarlos y mirar al horizonte buscando otro con ávida introspección erudita. No buscaba aprobación, no buscaba éxito, aunque lo anhelaba, no quería presumir, tampoco sabía cómo hacerlo.
El aprendía y estudiaba para sí mismo, criado entre cultura pop, una apertura cultural total, era capaz de priorizar sus metas y conquistas, por desgracia, o por suerte, en pro de sí mismo.

Era lo que llamaban un hombre hecho a sí mismo.


Nadie explica lo peligroso que es ser una persona de este calibre. No hay reconocimiento público, no existe recompensa más allá de la propia.
De puertas afuera, es una meta de cualquiera que desea lo que no tiene o comprende.
Pero desde su ángulo, aquello le había convertido en un futuro paria de la sociedad, alguien sin meta, ni objetivo, aficionado a todo y maestro de nada.

Atragantado por métodos inútiles y trámites y sistemas que no funcionan, el era su único maestro, orientado de cuando en cuando por algún individuo oportuno o un evento personal.

Justificará su derecho a desencadenar una tormenta... Pero no sabía ser concreto, su ambigüedad lo hacía prescindible y despreciable por quienes, con una visión más reducida y cuadrada, perdían la presión de su propia mente y reunían su ego para sentirse superiores a todo aquel a quien consideraban peor.


El era exactamente igual a ellos, desde otro prisma. Consideraba que la mayor parte de la sociedad estaba abocada al desastre que el mismo era incapaz de comprender u ordenar.
Pero en su fracaso, esto era el éxito social al que no era capaz de llegar.
Y su éxito, el fracaso relativo que le encasillaban sólo por ser un alma libre.

Era el prototipo de una doctrina hippie moderna sumergida entre la mentira y el barro, sin interés por mirar atrás. Donde el loco era quien pensaba con normalidad.
No creía que fuera un hombre adelantado o atrasado para su época. Creía fervientemente en quien comulgaba con parte de su visión de vida, sus principios y laxa actitud para consigo mismo.

jueves, 11 de febrero de 2016

Apología a la razón

Muéstrate como eres.
Siéntete como debes,


Debes ser libre para elegir.
Debes ser lo que estás destinado a ser.
El destino no está escrito.

Eres capaz de ser lo que desees.
Si te esfuerzas, podrás conseguir lo que te propongas.


Una doctrina peligrosa.
Un método de enseñanza y aprendizaje cíclico que nos lleva siempre al mismo punto: "¿Quién soy?","¿Qué quiero?", "Tengo que ser esto que tanto me gusta", "Se lo debo a alguien, algo".
La sociedad me purga mis metas en pro de lo que no estoy dispuesto a hacer, o de lo que estoy dispuesto a sacrificar-

Por desgracia, no estoy dispuesto a sacrificar todo lo que soy o lo que estoy dispuesto a ser, lo que anhelo, lo que busco o lo que quiero únicamente por el simple hecho de necesitar ser alguien para los demás.


Hoy no se esfuerza el ciudadano medio para progresar como persona, se esfuerza para presumir. Para alimentar su ficticio ego de papel frente a los demás. Su frágil y penoso sentimiento de poder.


No es cuestión de "demostrar", es cuestión de "saber".
No es cuestión de "alimentar", es cuestión de "crecer".
No es cuestión de "superioridad", es cuestión de "disfrutar".



Y no estoy dispuesto a dejar de disfrutar de todo lo que me hace disfrutar sólo por el simple hecho de que un ser superior, un ente llamado sociedad, provecho y futuro necesite de mí mi amor propio y diversificación para sentirse saciado.