domingo, 25 de marzo de 2018

Dolor

Esa guerra ha destruido todo lo que existía. Una fría indiferencia y cordialidad se crea entre nuestras miradas. Aunque nos duela el alma, el muro construido por nosotros se ha convertido en la mano de nuestra indignante caída.
Y sólo yo tengo la impresión de ser el causante y quien lamenta su existencia. Y aunque duela, en el fondo no podemos pararnos a llorar, solo podemos seguir, con firme terquedad.
Y nuestra felicidad ajena, nos simplifica, manteniendo una sábana en el pasado. Sin detener el tiempo, sin quedarnos con lo mejor.

Sin decidir nuestro devenir. Anclados sin sentir ni decidir quienes somos ni por quienes somos. Morimos en aquel momento.
No queríamos ni podíamos continuar, no podíamos bailar, solos en nuestra poética mentira.

Y te preguntas que fue, que salió mal. Por qué salió todo mal.
De quien fue la culpa, porque lo importante era ser feliz. Y no podíamos vacilar, pero intuíamos la fecha del final. Y cuando eso ocurrió estábamos juntos allí.

Por tanta mezquindad acabaremos pagando, el odio que nos consume nos destruirá. Y con lo que nos hemos hecho sufrir, el dolor nos hará pensar si nos valió para algo.

Y no quise verte cambiar. No quise estar ahí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario